De gracia recibisteís, dad de gracia
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios;
de gracia recibisteis, dad de gracia. Mateo 10:8.
A nosotros nos encanta cuando nos obsequian un regalo, nos invitan a cenar, nos abrazan, nos dan un buen consejo, por lo cual nos sentimos halagados, y en espera de otra ocasión para recibir. De parte de nuestro Dios, recibimos su amor, su misericordia y nuestra salvación tan grande. Pero cuando se trata de dar, la situación se torna diferente, en lo posible, nos abstenemos, porque nos cuesta desprendernos de lo que tenemos.
El Señor Jesús, nos enseña un principio fundamental para vivir: Él se ofreció íntegramente por nosotros, sanó enfermos, liberó a los endemoniados, dio su vida en la cruz por nuestra salvación, nos dio todo, sin merecer nada y sin pedir nada a cambio.